Nombres.

Quiso saber su nombre. No podía adivinarlo en su mirada, ni en su manera de escuchar música, ni en su gesto de amabilidad. Pero siguió caminando, encontrando otros nombres, y tarde o temprano terminó por olvidarse del sinnombre.

(...Después de todo está la arbitrariedad del signo lingüístico)

Lunes, 14 de diciembre

Ya había caído el sol. Sólo la luz del fuego bajo el comal iluminaba la arcaica habitación. Ella estaba sentada junto al fuego en un diminuto banco. Su falda negra bañaba al suelo, sus ojos risueños a todos los presentes. Su hijo menor se acercó, ella lo tomó en brazos y le llenó el rostro de besos.

Su otro hijo jugaba con el gato cerca de la puerta. No hacían falta las palabras. Con su sonrisa bastaba.

(Guillermo, sé que no entenderás lo poético del momento. Quizá si hubieras estado allí Guillermo, no me reprocharías mi emoción).

(... relaciónese con el Werther de Goethe)

Sonrisa

Tenía frente a ella la perspectiva de un día solitario en un lugar hermoso, pero desconocido. Salió a la calle, con su morral y un poco de frío en las manos. Caminó un rato. Nadie más en la acera. Se distrajo. En una esquina casi chocó con un anciano que lucía malhumorado.
Le sonrió. El hombre se detuvo un instante, como no comprendiendo la situación. Ella también paró. A veces el tiempo se congela.
Él dio un paso muy corto y siguió su camino con una carcajada. Ella sintió que todo en la vida tenía sentido.

(...ni la soledad del día, ni el frío, fueron después tan pesados)

Abuelo

Hace dos años que se murió aquel abuelo. Pero en su casa sigue rechinando por las mañanas, muy temprano, la que fue su mecedora favorita.

Como maldición dejó que, quien en ella se sentase, caería dormido en un sueño apacible y dulce.
(...sólo sabía dormir aquel abuelo)

Voces

A pesar del día gris, la lluvia y el frío citadino, interrumpido solamente por los automóviles que pasan, el perro beagle de la casa beige frente a la cerrajería se anima y lanza al silencio un ladrido medio sordo.

Los demás lo escuchan, con una excitación interna que saben no podrán ocultar por mucho tiempo.

El valiente lo vuelve a intentar y en la acera un coche levanta el agua de lluvia acumulada. El bulldog francés no puede evitarlo: ladra también. Ya son dos. Pronto serán tres. Cinco. Veinte. Toda la cuadra se levanta en ladridos. Comienza a llover y las gotas poco a poco van opacando el concierto perruno. Pero no se desaniman, siguen ladrando.

(...el perro beagle de la casa beige frente a la cerrajería sonríe para sus adentros).

Sueño

Quería cerrar los ojos y no pensar. Ni en él, ni en la vida, ni en nada. Dejar de pensar, de recordar, incluso de soñar. No. De soñar no.
La vida es sueño.

Muso

Le gustaba la idea de tener en quién pensar cuando, cerrando los ojos y buscando en recuerdos sentimientos que evocar en papel, llegaba su imagen atada con un cordón de cabuya a una luna menguante. Lo que no le gustaba era que él sólo le servía para eso.

Miau

Sintió su voz, último descubrimiento de razones y demás insensateces. Sin esa voz, él no era más que una sombra parecida a tantas otras. Tal vez por eso tenía la sutil sensación de que esa melodía que caminaba lejos de ella, de alguna forma, quizás sin saberlo, le mostraría una vereda hasta entonces desconocida.
(... pero él se fue, se llevó su voz y no dijo miau)

Perdida

Ya no cabía duda alguna. Estaba perdida. Lo sentía y, lo que es peor, lo sabía perfectamente. No reconocía a su alrededor ni un rastro de si misma. No sabía hacia dónde caminar. Dos veredas.

(...me jode confesarlo)

Búsqueda

Salió a buscarlo por las calles, para encontrarse después de unas horas solamente con sombras y el epidémico frío citadino.
(...todo es búsqueda, sin regreso)

Frialdad

Sintió su olor entre la gente. Supo que estaba allí, buscándose, mirando al suelo como cualquier niño perdido, esperando. Se vio a si misma al encontrarlo así, jurando al cielo con los ojos sellados, temblando por la fría humedad que es el tumulto de gente que no dice nada.

Canciones

Lo amó de frente, con los sueños muy en alto. No valía la pena amarlo de otro modo que no fuera el que le había enseñado la vida misma. Lo amó y él, al darse cuenta, no supo qué hacer con tanta ilusión desperdigada. Por eso se puso a cantar una de tantas canciones jamás aprendidas.

Nocturno

Levantó su mirada como temiendo encontrar fuego en el horizonte, como esperando con ansiedad la aparición de aquellos ojos grandes entre las estrellas ocultas bajo la tardía claridad, como deseando recuperar las sonrisas de una complicidad lejana.
(... pero sólo encontró noche)

Conversaciones

Habló con su ventana la noche entera, ignorando el mundo construido al otro lado de la tarde. Ésta le respondía en silencio con el frío que no era suyo, con las gotas derramando un mar citadino. Ambos repetían un mismo nombre, huellas guardadas con misterio.

Silencio

Callaron juntos esa ausencia en la que se empeñaban los atardeceres. Del silencio a la poesía bajaron nubes para cantar al unisono y él temió verse a si mismo encerrado en la vaguedad instantánea de seguir a las parvadas. Por eso dejó a un lado lo que creía esperanza. No valía la pena volverlo a intentar.