Lunes, 14 de diciembre

Ya había caído el sol. Sólo la luz del fuego bajo el comal iluminaba la arcaica habitación. Ella estaba sentada junto al fuego en un diminuto banco. Su falda negra bañaba al suelo, sus ojos risueños a todos los presentes. Su hijo menor se acercó, ella lo tomó en brazos y le llenó el rostro de besos.

Su otro hijo jugaba con el gato cerca de la puerta. No hacían falta las palabras. Con su sonrisa bastaba.

(Guillermo, sé que no entenderás lo poético del momento. Quizá si hubieras estado allí Guillermo, no me reprocharías mi emoción).

(... relaciónese con el Werther de Goethe)

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